viernes, 30 de noviembre de 2012

Ludopatía y suicidios

La ludopatía es más grave cuando nadie la reconoce como problema de salud pública. El juego es para el jugador la ilusión de un  premio, para el Estado parte de sus finanzas,  para los dueños de las salas de juego, lucro incesante, y para algunos que lo pierden todo, el suicidio.

En Canadá, ocurren entre 200 y 400 suicidios por año que están relacionados con el juego. Un estudio llevado a cabo en 2003 en el Centro de Investigación y Prevención del Suicidio de la Universidad de Hong Kong, determinó que los problemas económicos relacionados con las apuestas incidían en más de uno de cada cuatro de los suicidios ocurridos precisamente en Hong Kong. En Venezuela, según reportan las estadísticas, 5% de la población adulta sufre de ludopatía, y de ese 5%, el 15% es propenso a cometer suicidio. En Colombia hasta 90% de los ludópatas piensan en el suicidio como solución a sus problemas familiares y sociales, a sus deudas. De ellas, un 50% lo intenta y entre 10-20% muere por esta causa.

Un intento de suicidio causó conmoción en un lugar público. Hasta allí no parece haber nada extraordinario, y más tomando en cuenta la frecuencia con la que se dan los auto atentados, con la cotidianidad en que los suicidios consumados aparecen en las noticias. El caso en referencia alude a una mujer de 41 años que intentó quitarse la vida dentro del baño de un local de apuestas; todo indica que se trataba de una ludópata que al ir perdiendo decidió terminar con su vida.

En otro caso, Jesús era representante comercial para Colombia y Ecuador de una empresa multinacional de productos de aseo personal. Cada vez que iba a Cali solía jugar en los casinos del centro. Su madre recuerda que una vez se quedó tres días en la ciudad, supuestamente finiquitando unos negocios. Llegaba a la madrugada a la casa y al mediodía volvía a salir. Así lo hizo dos días y dos noches hasta que la tercera noche, ya de madrugada, llegó a su casa y se disparó un tiro en la cabeza.

Le había jugado 16 mil 500 dólares a las cartas y la ruleta y los había perdido. La primera noche perdió 4 mil dólares, la segunda noche 8 mil dólares. Y, la tercera, se jugó el dinero que había recogido de la compañía, tratando de recuperar lo que había perdido las dos noches anteriores. La única salida que encontró a su tragedia fue el suicidio.

Franco Grassi, un italiano de 56 años, se suicidó y asesinó a su mujer y su hijo, debido a la depresión que le había causado la pérdida en el juego. Desde hace algún tiempo apostaba enormes cifras a la Lotto de Venecia. Igual le ocurrió a una mujer, que se suicidó arrojándose desde el balcón de su casa después de haberse gastado todos los ahorros de la familia en el juego de la Lotto, como confesaba en una carta dejada al marido.

A Juan Carlos la ludopatía lo destruyó. Se aproximaba la noche buena, faltaban tres días para ese día. Juan Carlos era un hombre con principios y de una familia ideal. Caminaba por el centro de la ciudad y de casualidad paso por la puerta de un casino. Él era un jugador esporádico o lo que le llamamos jugador social, esos que prueban suerte una vez al año. Sin darse cuenta que el gran monstruo lo iba a atacar, entro a la sala de juego y se sentó a jugar las ruletas electrónicas. Él nunca se  imagino el final. En tres horas de juego había perdido todo el dinero destinado a las fiestas navideñas de su hogar, tanto el efectivo que llevaba y el dinero que sacó del cajero automático que estaba en el casino.

Tomás su hijo de 11 años esperaba una playstation (videojuego), su hija Camila de 6 años esperaba su primera bicicleta a rueditas y su esposa un nuevo televisor. La tarde del 24 de diciembre fue muy desesperante, por lo cual recurrió a un amigo del trabajo al cual le pidió dinero prestado, el cual le dieron, pero seguía siendo muy poco para lo que tenía que hacer. Volvió a jugar lo prestado y el diablo no le perdonó y perdió todo. Perdió a su mujer, a sus hijos y también perdió su vida cuando decidió lo peor, paso el tren y se tiró.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Legislación de Juegos de Azar: Tema de Salud Pública

Según mis estimaciones (basada en investigaciones científicas), en Panamá debe haber por lo menos entre 25 mil y 30 mil personas con problemas de juego patológico o ludopatía (adicción a los juegos de azar), considerada como un trastorno reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que lo recoge en su clasificación Internacional de Enfermedades en el año 1992.

Las consecuencias de este trastorno se observan en el área personal de individuo, cuando empieza a sentirse muy mal por todo el dinero malgastado, las deudas se van acumulando progresivamente, comienzan los problemas laborales, se van perdiendo  las amistades a las que se ha acudido para conseguir dinero y a las cuales ya no se les puede devolver, cometan hurtos, robos, falsificación de cheques u otras conductas delictivas que no hacen más que complicar su ya delicada situación y acarrean consecuencias legales que además tiene consecuencias directas también en su entorno familiar, social y laboral.

Las máquinas tragamonedas generan el 54% de la ludopatía en la población panameña, la lotería el 25% y el resto por otros juegos de azar. Lo anterior significa que hay que poner mayores controles a la apertura de salas de juegos que tienen Máquinas Tragamonedas. Pese a ello, aún persiste una desenfrenada proliferación de salas de juegos, muchas de ellas en barrios marginales del país, con una población que apenas disponen de lo necesario para sobrevivir.  

Los operadores de los juegos de azar tienden a defenderse argumentando que sus principales clientes son turistas. Qué falacia más grande. Entre el 80% y 90% de las apuestas son realizadas por los nacionales, mientras que los pocos turistas que juegan lo hacen por diversión y con poco dinero, por lo que no son un segmento atractivo para estos negocios. ¿Creen ustedes que un turista acude a visitar una sala de máquinas tragamonedas en el Chorrillo, Santa Ana, Calidonia, Tocumén, 24 de Diciembre, Juan Díaz, Arraiján, La Chorrera, Penonomé, Aguadulce, Chitré, Las Tablas, Santiago, David, entre otros. La Junta de Control de Juegos lo sabe muy bien pero es cómplice del silencio.

Para algunos Diputados, que se que le están dando vueltas a revisión integral a la legislación en materia de juegos de azar, les puedo hacer algunas recomendaciones.

En primer lugar, hay que ser más selectivo en la ubicación geográfica de las salas de juego. Por ejemplo, en otros países los permisos se le otorgan a hoteles de primera categoría y se respetan las distancias entre una sala de juego y otra, que inclusive llega a ser de varios kilómetros (aquí se encuentran uno al lado de otro). Además, en Panamá la Ley señala que no deben estar a más de 100 metros de una iglesia, escuela u hospital (hay lugares en que no se cumplen estas normas).

En materia de tasas e impuestos a esta actividad, considero que el Estado debe aplicar una política más rígida que la actual. La participación en actividades de juegos de azar se considera como un servicio suntuoso o de lujo y no como un servicio necesario para la población. Desde el punto de vista de la teoría económica, si usted le sube impuestos a un bien de lujo, solamente las personas que tienen los recursos económicos podrán seguir consumiéndolos a pesar de sus altos precios y los que no los tienen lo más probable es que no lo harán.  La llave en mano se puede incrementar a US$2,000,000 y la participación del Estado en los ingresos brutos podrían subir entre un 25% y 30%.

Parte de estos ingresos recaudados por el Estado se deben destinar al apoyo de Programas de Prevención y Rehabilitación de la Ludopatía. Estos recursos servirían para crear instalaciones de atención primaria en salud mental con la contratación de especialistas en el área (psicólogos, psiquiatras, médicos, enfermeras, trabajadores sociales etc.), así como apoyar a organizaciones no gubernamentales que desarrollen programas de prevención a través de la educación y tratamiento con grupos de autoayuda.

Además, la modificación a la normativa debe exigir a las salas de juego la implementación de planes y programas tendientes a prevenir la ludopatía, lo cual debe ir acompañado de la entrega a los usuarios y jugadores que ingresen a las salas de juego de folletos explicativos sobre el juego responsable y obligar a toda sala de juego a exhibir públicamente advertencias de los daños que puede provocar la ludopatía en la salud de las personas, al igual que como se hace con el cigarrillo y el alcohol.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

La Cocaína del Juego

Pitt y Sittman diseñaron en Nueva York las primeras máquinas tragamonedas en 1891. Tenían cinco tambores y cada vuelta mostraba una mano de póquer. No tenían manera de pagar nada, por lo que era necesario que los propietarios diesen el premio, dependiendo de la mano de póquer sacada. Lógicamente, faltaban algunas cartas para evitar que se hiciera un royal flush.

En San Francisco, Charles Fey creó la Liberty Bell y la llamó slot machine. Tenía como símbolos estrellas, herraduras, naipes de cartas como diamantes, picas (flor negra) y corazones, frutas como cerezas y limones y el número siete, que inclusive se ven hoy día en las máquinas electrónicas. El famoso gangster Bugsy Siegel introdujo en su casino Flamingo una máquina de slots nueva y mejorada.

En los años sesenta, el diseño de las slot machines se había tornado completamente eléctrico, con la finalidad de hacerlas más fiables y difíciles de engañar. Entre los años setenta y los ochenta, las slots empezaron a utilizar microchips. Actualmente, las slots están totalmente computarizadas y programadas, y existen otras innovaciones como las slots progresivas, que prometen enormes premios entre las máquinas que están interconectadas entre diversos casinos, estados o provincias, todas compartiendo el mismo premio. También hay slots multilínea y con video y sonidos. En 2005, en todos los casinos del mundo había cerca de un millón de máquinas tragamonedas. Solamente en Estados Unidos operaban el 70% de ellas. Hoy en día deben tener muchas más.

En este juego, la ventaja del casino sobre el jugador es muy alta y las probabilidades que éste último obtenga un buen premio son remotas. El jugador se encuentra en una especie de cuarto oscuro con una venda en los ojos y amarrado, lanzando golpes a ciegas contra un gigante. Es un juego que devora dinero a una velocidad tan vertiginosa, que jugar más de una hora es un lujo, y tenga la plena seguridad, que el que pasa de ese límite debe estar perdiendo mucho dinero.

Los jugadores de máquinas ignoran que se están enfrentando con una computadora que está programada para seguir las instrucciones que se le introducen, y que en la mayoría de las veces repite las mismas jugadas que no marcan ningún premio. Inclusive, funcionan en red. En algunos casinos usted puede ir a la caja, paga en efectivo o tarjeta de crédito, y le programan automáticamente el crédito desde una computadora central. ¿Será que el pago de premios también está controlado?

En una ocasión, en un reconocido casino de la ciudad de Panamá, un ciudadano asiático ganó un premio de 14 mil dólares en una máquina tragamonedas. Por alguna razón que desconocemos, la máquina borro el premio de la pantalla y los representantes de los casinos se negaron a pagar el premio. Este caso está actualmente en un litigio legal.

Tenga presente que, en promedio, de cada diez dólares que usted introduce en una máquina tragamonedas, entre cuatro y cinco dólares se quedan en los casinos, mientras que el resto, o se lo devuelven a usted o sirven para pagarle el premio a otros jugadores.

Las máquinas pagaran después de tener un ingreso de dinero determinado. Por  increíble que parezca, puede llegar un fortuito jugador y ganar un premio alto en la primera jugada y decir, jubilosamente y lleno de orgullo, “esto si me gusta, vale la pena venir a jugar, tengo mucha suerte”. Lo que no sabe es que para ganarse ese premio, los jugadores que lo antecedieron en esa máquina tuvieron que introducir mucho dinero, en una proporción mayor de la que él se ganó.

Hay máquinas tragamonedas de toda clase y de varias denominaciones. El mundo de la computación avanzada ha llegado a este campo, que en realidad usted puede tener indirectamente en una sola máquina otras más. La explicación es muy sencilla. Tienen un comando en el programa llamado “change denomination” o cambio de denominación, que permite hacer jugadas iniciales de un centavo, pero luego se pueden cambiar a otra denominación (por ejemplo: cinco centavos, diez centavos, o un dólar) sin necesidad de que la víctima se mueva de la máquina.

Llegará el día en que se fabriquen máquinas tragamonedas que regalen gaseosas o sándwiches para que el jugador ni siquiera vaya a almorzar o cenar. La idea es mantenerlo entretenido y gastando dinero a la mayor velocidad posible y sin ningún tipo de distracción. Tampoco es necesario que se levante a cambiar billetes por monedas. Las máquinas tragan billetes de todas las denominaciones, incluyendo de cien dólares. En las Vegas hay un refrán muy famoso que dice: “Aquí no existen los billetes menores de cien dólares, porque hasta el vendedor de hamburguesas de la esquina los recibe”. Ya no solamente son tragamonedas, han evolucionado más que eso.

 Los diseñadores de las máquinas tragamonedas conocen los mecanismos del comportamiento humano. Hay máquinas que tienen coloridas figuras que representan los famosos carnavales de New Orleáns, acompañados de música jazz; la playa con el agradable sonido de las olas del mar y el trópico con los exquisitos sonidos de aves y riachuelos. Todas resultan, por cierto, muy placenteras a la vista y a los oídos del jugador. No se extrañe si ve algún día una máquina con figuras de los carnavales tableños y aparezcan las comparsas, las murgas y las carrozas con las reinas de carnaval, y el fondo musical de los conjuntos típicos más populares del país. O que se pongan figuras de los equipos de fútbol de la liga europea con la sonada canción La Copa de la Vida, interpretada por Ricky Martín. Ya casi es una realidad. En Argentina, la firma Electrochance llegó a acuerdos con un famoso futbolista  y con un reconocido boxeador, para que sus caras aparezcan en las máquinas tragamonedas. Con toda seguridad, en un futuro no muy lejano, lograrán acuerdos parecidos con  grandes estrellas del deporte y del espectáculo mundial.

La imaginación es tanta, que ya se ha introducido en estas máquinas la última versión de la película King Kong (2005) del Director Peter Jackson, donde aparece peleando con un dinosaurio,  tirando abajo un avión de la fuerza aérea de Estados Unidos, pateando a los pobres automóviles que se le atraviesan en su camino, o sosteniendo en sus grandes manos a la bella Naomí Watts. Hasta ese momento todo se ve espectacular. Dan ganas de tomar una silla, pedir un buen trago y disfrutar de las famosas palomitas de maíz (si es que ya nos queda dinero).

Pero lo que sigue es horrible. Nos referimos a los desagradables y estruendosos ruidos que hace King Kong y que se escuchan a todo lo largo y ancho del casino. Provoca salir huyendo.  También aparecen algunas escenas de la famosa telenovela El Zorro, La Espada y La Rosa y todo parece indicar que tienen un lugar privilegiado en las máquinas tragamonedas para que el jugador se distraiga placenteramente y olvide, momentáneamente, la perdida monetaria que está experimentando.

Las máquinas traga billetes (aunque ahora los genios de marketing de los casinos han inventado llamarles paga monedas) tienen dos atracciones fatales para los jugadores. La primera, es un bono que otorga jugadas gratuitas si salen determinadas figuras. Los jugadores se obstinan más en obtener estos bonos que el propio premio mayor y no se mueven de la máquina hasta que logren su objetivo. Claro está que, la mayoría de las veces, no sobreviven y tienen que dejar de jugar porque se quedan sin dinero.

La segunda atracción es el premio automático, que consiste en que cada máquina no puede pasar de un monto determinado (digamos 500 dólares). Si la máquina marca en su pantalla superior esa cifra, el premio es otorgado automáticamente. Así le introduzcan una moneda de un centavo, pagará el premio. Los jugadores hacen filas para jugarlas porque se supone que es un premio seguro. En realidad no es tan así. En una ocasión una jugadora tuvo que darle de comer a uno de estos “monstruos computarizados”  la cantidad de mil 200 dólares para llevarla hasta los 500 dólares y recibir el pago automático. ¡Qué gran negocio!  Perdió 700 dólares.

Aunque usted no lo crea (believe or not), hay personas en los casinos que se dedican a observar y reservar estas máquinas para luego llamar a las casas o trabajos de los jugadores y decirles que la pantalla marca una cifra muy alta y que el premio está a punto de reventar. No importa la hora, pueden ser las dos de la mañana. Estos reservadores se han quedado hasta tres días y noches seguidas en un casino (con la misma ropa y casi sin comer) haciendo este tipo de trabajo, que sabemos, ha afectado su salud física y emocional.

Este juego es tan popular, que en algunos casinos importantes de Estados Unidos y Europa se realizan torneos de tragamonedas que ofrecen beneficios como premios en efectivo, tarifas especiales para los cuartos de los hoteles, fiesta de bienvenida, banquetes para la entrega de premios, sorteos con el número de entrada y rifas, bonos de comida etcétera. Las inscripciones empiezan desde los 10 dólares y pueden llegar a ser de algunos miles de dólares.

Hay máquinas tragamonedas diseñadas para todos los gustos y con tanta creatividad puesta en su fabricación, que se observa un trabajo muy creativo de sus diseñadores, quienes parecen no entender las secuelas negativas que ocasionan en el plano humano. Es lo mismo que sucede con los fabricantes de armas. Emplean a muchos genios y generan miles de plazas de trabajo, ayudando al sustento de muchas familias, pero al final del camino, las armas matan gente, así como las máquinas tragamonedas matan y truncan los sueños de superación y de mejores condiciones de vida de muchas familias, que tienen entre sus miembros a jugadores compulsivos.

 Las máquinas tragamonedas son tan adictivas, que su capacidad de atrapar a la gente es muy efectiva. Por eso algunos suelen llamarle “LA COCAÍNA DEL JUEGO”.  Cada jugada tiene un tiempo promedio de dos segundos y medio, en los que el jugador no puede reaccionar. La rapidez de la jugada le motiva constantemente a seguir jugando sin poder parar.

Ocupa el puesto número uno en el top ten azarino. Es donde aparece con mayor frecuencia el Síndrome Diabólico del Juego. Se refiere a que una persona que jamás ha entrado un casino y va por primera vez, siempre gana y se endulza. Lo que no sabe es que el duende maligno la estará esperando en la esquina con un garrote y así, cuando va por segunda vez que va, juega y pierde. Luego buscará ir una tercera y una cuarta y volverán a perder. Lamentablemente, a esas alturas del partido ya estará atrapada en las garras del juego.

Este fuerte potencial adictivo se caracteriza por:

·             Difusión: existen máquinas de este tipo en cualquier lugar: en bares, restaurantes, terminales de autobuses, etcétera.

·             Importe de apuestas bajo: por ejemplo, un centavo la jugada.

·             Inmediatez de refuerzo: el premio o la ausencia de éste se da de manera contingente a la jugada, sin esperas.

·             Ilusión de control: los avances y la posibilidad de bloquear alguna figura, hace pensar al jugador que el juego depende de su habilidad, que puede controlar el resultado.

·             Capacidad de fascinación específica: luces, sonido, música y monedas que caen.

María es una ciudadana latina residente en Estados Unidos que nunca tuvo que ver con el mundo del juego de azar. Trabajadora, esposa y madre ejemplar. Logró, con mucho sacrificio, ahorrar durante varios años para asegurarse una aceptable estabilidad económica. Un día visitó a sus familiares en su país de origen y uno de los principales “tours” que le daban era la visita a los casinos, buena comida, bebidas y discotecas. De vez en cuando, la invitaban a jugar “socialmente” las maquinitas. La primera vez ganó y se emocionó. Siguió jugando y el juego la atrapó. Lo que nunca imaginó fue que, sin darse cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, lo que empezó como una simple diversión marcó su vida para siempre. Se involucró tanto con el juego, que sus sueños se esfumaron de la noche a la mañana. Se divorció y perdió su casa. Actualmente, su adicción es tan obsesiva, que suele viajar varias horas en auto para ir a los casinos de otros Estados.

La enfermedad es engañosa y le hace creer al jugador que sus malas rachas son temporales y que su suerte puede mejorar. “HOY ES MI DÍA DE SUERTE”. Cada mañana, desde hace aproximadamente diez años, Sebastián, mecánico de 35 años, casado y con dos hijos, repite la misma letanía en un intento de zafarse de ese mal de ojo que le ha convertido en un perdedor. A hurtadillas toma prestadas del monedero de su mujer los últimos 80 dólares que quedan para acabar el mes. Esta vez, se repite como excusa al cerrar la puerta de su casa, todo va a cambiar. Volveré con tanto dinero, que no se lo va a creer y las cosas volverán a la normalidad. En el casino más cercano se dirige hacia la máquina tragamonedas. Empieza el desafío. Horas más tarde, lo ha perdido todo. La excitación por el juego se desvanece y Sebastián  vuelve a casa con la misma frustración y desesperación que desde hace años dominan su existencia.

“No lo puedes evitar. Has perdido tu trabajo, el respeto de tu familia y de tus amigos. Estás arruinado, pero sigues jugando y jugando, porque crees que te ayudará a recuperarlo todo y lo único que estás consiguiendo es perder la dignidad. Yo era rico, tenía una casa valorada en 320 mil dólares y me la jugué dos veces. Mis hijos han tenido que comer de la caridad pública y yo he apostado en las máquinas el dinero prestado para comer un día”, recuerda Mariano, un jugador que dedicó quince años de su vida al juego.

Berta tiene 30 años, es casada y trabaja como camarera en un hotel muy cercano a un casino. Después de su jornada laboral hace su respectiva visita al lugar. “La mayoría de las amigas que tengo aquí tienen la misma rutina que yo. Hacen una parada estratégica después de la oficina para jugar antes de ir a preparar la cena en casa. Yo, como no tengo hijos y mi esposo trabaja hasta las 8:00 de la noche tengo  la oportunidad de quedarme hasta un poco más de las siete de la noche y llegar con tiempo para recibirlo con un buen platillo. Conozco mujeres que inventan excusas y hacen ‘trampas” a la familia para poder asistir al casino”.

Dora tiene 48 años y es diseñadora de ropa interior y trajes de baño. Sin problemas, reconoce que su adicción al juego alcanza niveles patológicos. “Ay, cómo me gusta ir al casino. Voy casi todos los días y es más lo que pierdo que lo que gano. Soy adicta a las maquinitas. Cuando entro en esos sitios es como si perdiera el conocimiento y el juicio, me desconecto de la realidad y no me relaciono con nadie que no sea la máquina que tengo en frente. Yo digo que voy a desestresarme pero es mentira, salgo con los pelos de punta. Es que las mujeres vamos porque no hallamos qué hacer y más las de mi edad, que no podemos estar por ahí buscando muchachitos ni metiéndonos en una discoteca. Al menos en el casino uno no está haciendo nada malo. A veces pienso que mi marido me va a botar si sigo jugando. Una vez dejé de pagar la casa, el carro y el mercado para irme a jugar. Y fue terrible porque tuve que pedir prestado y me endeudé el doble. Evidentemente, en mi caso esto es una enfermedad. Yo quisiera conversar con algún especialista que me quite esta  adicción, porque sino voy a parar en loca”.

Un adicto en recuperación compartió su experiencia: “Después de que llegaron a mi país las máquinas tragamonedas, hace años, jamás les preste atención, es más, estaba cerca de casa y nunca acudía, hasta que me invitó mi vecino y acudimos primero al bingo, donde me gané con un dólar 800 dólares en una sola noche y ese fue el primer día. Ya después, acudí y entré a la sección de máquinas tragamonedas, de donde no salí hasta que me quedé sin un dólar. Que importa pensé, me recuperaré mañana y así tomaba el dinero del gasto diario, de los alimentos, de mis hijos en la universidad, y los gastos eran fuertes. Así llegó el momento en que los tuve que sacar de la universidad particular para ingresarlos en la del gobierno, porque ya no podía con tanto juego en las máquinas tragamonedas, eso gradualmente en tres años consecutivos.

Primero me quedé sin el negocio de restaurante que tenía. De mis tres autos, vendí uno, luego el otro y así, el de mi esposa lo empeñé y lo que me dieron lo fui de inmediato a jugar a las máquinas tragamonedas y en una semana lo dejé, no gané nada. Tenía varias tarjetas de crédito y las vacié. No las pude pagar y eché por tierra mis veinte años de historial crediticio impecable. Llegué  al punto de tomar dinero de las colegiaturas para las máquinas tragamonedas y el bingo y nada, entonces, me encomendé a Dios, le rogué por mi familia y yo, entonces, le pedí un milagro y así, me levanté al siguiente día, e hipotequé la casa, y me fui al casino, pero no jugué en las máquinas tragamonedas, si no que para recuperar todo, decidí apostar toda mi hipoteca en la carrera de perros y los caballos y así fue como en dos días perdí mi casa en el juego”.

Sus maridos se jugaban en una noche entre 4 mil y 5 mil euros en el casino. Ahora, una sentencia del Tribunal Federal Alemán obligó a la sala de juegos a devolver a las mujeres el dinero que perdieron sus esposos. Con una tarjeta de crédito aumentaban su capital, que después era invertido y la mayor parte de las veces también perdido, en las máquinas tragamonedas. Los dos hombres sabían de su Ludopatía y habían realizado el trámite que obliga al casino a ser especialmente cuidadoso con este tipo de jugadores: escribieron una carta a la dirección pidiendo que no se les permitiera la entrada en las salas de juego.

Esta carta funciona como un contrato que se cierra inmediatamente entre el casino y el jugador. Por ley, los casinos están obligados a controlar a los jugadores bloqueados, y a advertirles de los daños que pueden acarrear sus apuestas de esa noche. La última sentencia del Tribunal Federal va más allá en las responsabilidades de las empresas de juego para con sus clientes, y obliga al casino a rembolsar al cliente el dinero perdido al considerar que no hizo todo lo posible por evitar el juego.

Un domingo fui a un centro comercial en la ciudad de Panamá. Observé que en uno de los locales había una sala de máquinas tragamonedas. Entré y me sorprendí al ver una cantidad considerable de empleados de los almacenes, supermercados y negocios cercanos jugando maquinas tragamonedas en su hora de almuerzo. A la mayoría se les veía una cara de desesperación y desconsolación. Me imaginé, con tristeza, a estos empleados regresando a sus puestos de trabajo atribulados por haber perdido el poco dinero que tenían y quizás con pocas ganas de seguir trabajando, afectando sin duda, su productividad laboral. Más aún, me pregunté si parte de ese dinero que jugaban era parte de la comida de sus hijos.

Con el tiempo no será necesario salir de la casa para ir a un casino. Póngale mucha atención a esto: una nueva tecnología se está introduciendo para las apuestas a través de dispositivos inalámbricos. El juego móvil permitirá que los clientes de los casinos apuesten al blackjack, a la ruleta o jueguen con las slots en zonas no tradicionales, como al lado de la piscina, en su cama, en la playa, o en la oficina.

Los jugadores podrán instalar las cuentas con los casinos para jugar en forma móvil. La empresa Cantor gastó más de 400 millones de dólares para desarrollar la tecnología utilizada para el bono interactivo inalámbrico que se comercializa en Wall Street.  Además de Cantor, International Game Technology y Fortunet han conseguido licencias de fabricación y distribución.

Solamente Fortunet tiene un dispositivo de juegos móvil en el laboratorio de la junta de control junto con Cantor. Los fabricantes de slots están concentrando sus esfuerzos en desarrollar slots basadas en servidores, las cuales los analistas de la industria creen que serán la nueva moda. En el 2006, la empresa firmó un acuerdo con Las Vegas Sands Corp. para colocar los dispositivos de juego móvil en los casinos The Venetian y en Palazzo.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Campaña de la Universidad de Panamá contra la ludopatía

La Clínica Psicológica y de Desarrollo Humano de la Facultad de Psicología de la Universidad de Panamá, bajo la coordinación del Profesor Fabio Bethancourt, realizó el pasado 18 de octubre de 2012 una campaña de concientización a la población panameña con el lema "¿Cuánto conoces acerca de la ludopatía?"



Este evento se llevó a cabo en la Terminal de Transporte de Albrook en la ciudad capital, con la participación de estudiantes de la Facultad de Psicología, quienes repartieron material informátivo y le explicaron a las personas que es la ludopatía, sus causas y consecuencias, así como la forma de aplicarse un autoexamen para detectar si presenta síntomas de jugador patológico.



Uno de los aspectos más relevantes de esta campaña fue el ofrecimiento de ayuda profesional por parte de la Clínica Psicológica a aquellas personas que presenten síntomas de jugadores patológicos, llamando al teléfono 523-7471 en un horario de 8.00 a.m. a 5.00 p.m. de lunes a viernes. También pueden escribir a clinica.psicologica.up@gmail.com


Ludopatía afecta a hogares azuerences

El 86% de la población adulta de las Provincias de Herrera (109,955 habitantes) y Los Santos (89,592 habitantes), ubicadas en la República de Panamá,  realiza apuestas en juegos de azar, determinó la encuesta a 600 personas residentes en estas regiones, señaló Carlos Bellido, catedrático de economía del Centro Regional.

El estudio evidenció una elevada penetración de los juegos de azar en esa región, el de mayor preferencia es la lotería, seguido de las apuestas en los casinos, principalmente en las máquinas tragamonedas. En menor medida están los desafíos de gallos, carrera de caballos, apuestas online, por teléfono móvil y juego de pintas o dados.



El estudio estimó que las apuestas representan cerca de los 45 millones anuales, es decir, 346 dólares anuales percápita por persona adulta, una cifra muy inferior a la media nacional que es de 840 dólares anuales por persona adulta.

También reveló que el 95.4% de los encuestados son considerados jugadores sociales (juegan por entretenimiento), mientras que el 4.6% se clasifican como jugadores patológicos.

Tomando en cuenta las cifras de la población adulta, el se estima que hay alrededor de 2,500 personas adultas bajo esta condición y una incidencia relativamente alta en el rango de la edad productiva, entre los 25 y 39 años.

Con respecto al sexo, se observó una mayor adicción al juego entre las personas del sexo masculino frente a las del sexo femenino. Asimismo, las personas solteras son más proclives a la adicción al juego, en comparación con las personas casadas.

Lo anterior pone en evidencia que el 2.5% de los hogares de la región podrían estar afectados indirectamente por la conducta del jugador, es decir, alrededor de 1,300 hogares.

Los jugadores con problemas patológicos de la región aportan cerca del 37% del total de las apuestas, es decir, 16.3 millones de dólares. Lo anterior es indicativo de que una parte importante de la rentabilidad económica de las empresas vinculadas a los juegos de azar, descansa principalmente en las apuestas de los ludópatas.

Se observó que cinco de cada diez jugadores con problemas de juego patológico, tienen un ingreso familiar moderado, mientras que dos de cada diez tienen ingresos relativamente muy bajos, en comparación con los jugadores con ingresos más altos, que representan a tres de cada diez jugadores. Es decir la relación de jugadores patológicos de ingresos bajos y moderados frente a los de altos ingresos es 2..33 a 1.

Asimismo, el origen de los recursos apostados por estas personas proviene principalmente de los ingresos del hogar, de los prestamistas o agiotistas y de otros familiares. En menor medida utilizan recursos obtenidos de los bancos, financieras y tarjetas de crédito.

Con respecto a su situación laboral, la mayor parte de jugadores patológicos se ubican en la categoría de trabajadores, y en menor medida, las amas de casa, los jubilados, estudiantes y desempleados.

La mayor parte de los jugadores patológicos residen en el Distrito de Chitré, en comparación a los que residen en Las Tablas y La Villa de Los Santos.
El Profesor Bellido señaló que el juego patológico en Azuero es "una enfermedad social invisible" que no se percibe, pero que es mucho más grave de lo que se piensa, afectando negativamente la calidad de vida de miles de personas.

Por esta razón, advirtió que las autoridades deben tomar mayor conciencia de esta problemática y elaborar estrategias y acciones que contribuyan, en primer lugar, a la prevención de la ludopatía y, en segundo lugar, a la rehabilitación de los mismos.

La investigación que fue presentada a profesionales de Salud Mental de la provincia de Los Santos, analiza el impacto socioeconómico de los juegos de azar, desde la perspectiva de la prevalencia del juego patológico o ludopatía.

El estudio forma parte de las investigaciones que se han inscrito en la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado de la Universidad de Panamá.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Ludopatía y Nuevas Tecnologías

Entre el 22 y 26 de octubre de 2012, se celebró la Semana Empresarial e Informática, organizada por los estudiantes graduandos del doceavo grado del Colegio Rafael Quintero Villarreal, del Distrito de Ocu, Provincia de Herrera.

A este evento fue invitado el Msc. Carlos Bellido Walter, como expositor del tema: Ludopatía y Nuevas Tecnologías, llevado a cabo el 23 de octubre de 2012, y en que participaron activamente estudiantes, administrativos y docentes de ese planteleducativo.


El Msc. Bellido señalo que a pesar de que las nuevas tecnologías poseen un enorme potencial comunicativo y educativo, el abuso de su uso puede generar riesgos y consecuencias negativas para sus usuarios.

Indicó que la enfermedad denominada Ludopatía ha sido manejada informativamente como una compulsión al juego; sin embargo, dicha compulsión so sólo abarca eso, pues también incluye la adicción a nuevas tecnologías, como es el caso del internet, los videojuegos y los teléfonos celulares.




Conversó con los presentes sobre los síntomas que podrían indicar una adicción a las nuevas tecnologías y la forma en que los padres de familias pueden prevenirla a través de diversas acciones concretas relacionadas con los horarios de uso, instalación de filtros para evitar el acceso a páginas con contenido no adecuado, delimitación de los espacios de uso, la edad adecuada para que sus hijos tengan acceso a las nuevas tecnologías, el no acceso a videojuegos con contenido violento, y lo más importante, enseñarle al adolescente la capacidad formativa de las nuevas tecnologías, como una herramienta de estudio y a la formación.

Conferencias

En aras de mantener informada a la población sobre las causas y efectos de la ludopatía, el Magíster Carlos Bellido viene dictando una serie de conferencias a nivel de las redes de profesionales de salud mental en la región de Azuero.

Durante el año 2012, se ha participado en diferentes charlas promovidas por la Coordinación Regional de Salud Mental de la Provincia de los Santos, la Red Interinstitucional de Salud Mental de la Provincia de Herrera, conformada por médicos, enfermeras, psicológos, trabajadores sociales, sociologos y otros profesionales vinculados con la temática de salud mental.



Un asunto de estrategia empresarial

Un tema del que poco se habla o comenta es el que se refiere a las estrategias que utilizan los casinos para atrapar a las personas en sus garras. Por ello nos preguntamos ¿Qué hay de los que los dirigen y trabajan allí? Empecemos por los gerentes y supervisores. Muy elegantes, con trajes negros, supervisan minuciosamente todos los movimientos de la sala de juego. Lógico, para eso les pagan. Transmiten una imagen de don de gente, tienen buena comunicación y atenciones con los clientes. Suponemos que algunos lo hacen gustosamente, pero hay otros que son muy buenos actores, porque se refleja en su rostro maquiavélico su máximo deseo de quitarle hasta el último centavo al jugador y disfrutar su triunfo  y la derrota del adversario. No debemos olvidar que están totalmente entrenados para obtener las mayores ganancias para los casinos y harán lo que sea con tal de lograr su objetivo. Su función es buscar siempre la mayor ventaja para el negocio. Si no lo hacen, los despiden.

Regalan bebidas alcohólicas a los jugadores para evitar su concentración en el juego y hacerlos apostar de manera errática y desenfrenada, por cierto son ofrecidas por bellas mujeres en minifalda. Miremos el caso de Jimmy Vance, un empresario norteamericano que demandó a un casino de Indiana, argumentando que lo engañaron ofreciéndole un crédito por 75 mil dólares cuando él se encontraba totalmente borracho y que le siguieron sirviendo bebidas a pesar de su estado. Desde el 2005, este casino ha enfrentado varias acusaciones similares.

Los casinos no dudan en dejar mucho tiempo en una mesa a un croupier que está ganando la mayoría de manos, con la excusa de que no hay suficiente personal para atender las mesas. Pero, si el croupier está perdiendo y los jugadores ganando, tenga la plena seguridad que lo cambian inmediatamente por otro.  No hay nada malo en ello, “es meramente un asunto de estrategia empresarial”.

La realidad es que los casinos nunca quieren perder y siempre quieren ganar. Tienen una lucha constante con todos aquellos jugadores que introducen alguna estrategia ingeniosa para ganar y amenazar sus finanzas haciendo uso de las matemáticas y las teorías probabilísticas, que para nada es ilegal. Todo esto empezó con Edgard O. Thorp, considerado el creador de la técnica de contar cartas y fue quien encontró la fama al vencer al juego de blackjack. Con una Maestría en Física y Doctorado en Matemáticas en la UCLA, sus hazañas aparecen en la obra Beat the Dealer del año 1962.

Treinta años después, Kevin Lewis, junto a otros cinco estudiantes del Massachusetts Institute of Technology (MIT), inspirados por Thorp, ganaron millones de dólares, llevando la cuenta de los naipes jugados en el blackjack. Las experiencias de Lewis y sus compañeros figuran en el libro Bringing Down the House  (Cómo Desbancar el Casino) de Ben Mezrich.


Otro caso muy conocido es el de la familia española Pelayo, que ganó sumas millonarias, también a mediados de los años noventa, jugando a la ruleta en los grandes casinos del mundo. Ellos emplearon un método que consistía en realizar varios cálculos matemáticos sobre los defectos de la ruleta. Para detectarlas, recurrieron al análisis estadístico de su comportamiento y la cantidad de veces que un número salía por encima de su expectativa.

Los jugadores como Thorp, Lewis, Los Pelayo y otros que osen en retar a los casinos quedan automáticamente excluidos del sistema, al negársele la entrada en los casinos del mundo, gracias a Griffin Investigation, una agencia de detectives de Las Vegas, que suministra una lista numerosa de supuestos tramposos y de jugadores hábiles calificados de apostadores aventajados (que son casi 5 mil).

Los archivos de Griffin incluyen miles de nombres e instantáneas y puede verse en Internet. Cuando los casinos desean investigar a un apostador, lo enfocan con sus cámaras y envían su imagen a una computadora que la compara con las de sus archivos. Minutos después, el casino tiene su respuesta. La eficacia de Griffin es legendaria con su famosa lista negra desde los años setenta.

Los casinos se protegen mucho de los estafadores profesionales. En Estados Unidos, un gran jurado federal en San Diego acusó formalmente a 19 demandados de cargos asociados a una supuesta empresa de delito organizado y un ardid para defraudar a casinos de todo el país en millones de dólares.

De acuerdo con la acusación formal, entre el 2002 y 2007, los demandados formaron y participaron en los asuntos de una empresa de delito organizado, al hacer trampa al jugar en casinos de todos Estados Unidos. La acusación formal enumera 18 casinos que se alega fueron perjudicados por los miembros de la conspiración, incluidos 10 casinos operados por y pertenecientes a tribus indígenas.

Los demandados y otros llevaron a cabo un ardid de cartas barajadas fraudulentamente, en algunos de los casinos mencionados. durante juegos de blackjack y mini-baccarat. Los miembros de la organización delictiva sobornaron a los repartidores de cartas y supervisores de los casinos para que barajasen las cartas de forma fraudulenta, creando grupos de cartas sin barajar. Después de calcular el orden de las cartas repartidas en un juego, un miembro de la organización hacía una señal al repartidor para que barajase las cartas de forma fraudulenta. Luego, los miembros del grupo apostaban en el orden conocido de las cartas cuando el grupo de cartas no barajadas aparecía sobre la mesa. Al hacerlo, los miembros de la conspiración ganaron miles de dólares durante juegos de cartas en repetidas ocasiones, incluidos 868 mil dólares en una ocasión.

Y ¿Los croupiers? Para llegar a ese puesto hay que tener buena imagen, don de gente, dotes comunicativos y gusto por la atención al público. Los casinos contratan a gente muy joven entre los 18 y 25 años, preferiblemente con estudios medios. Los entrenan intensivamente por más de 200 horas, entre dos y tres meses, para dominar la mecánica de cada uno de los distintos tipos de juegos, pero también los preparan emocional y psicológicamente. Así los jugadores los insulten u ofendan o aunque les duela ver perder de manera desesperada a sus propias madres, esposas, hermanos o abuelos, no deben expresar ningún tipo de sentimiento de culpa.

A estos empleados se les enseña a ser fríos y calculadores y concentrarse para que los jugadores pierdan y el casino gane.  Con esta finalidad, un casino contrata entrenadores expertos en las modalidades de juego,  psicólogos y otros profesionales de las ciencias del comportamiento humano para el entrenamiento de los aspirantes a croupier. Sus ascensos a supervisores o gerentes están en función de su “productiva” trayectoria en las mesas de juego.

Es un honor para un croupier  tener una reputación de “bad boy” o  bad girl” por el pánico o temor que le causan a los jugadores por sus continuas y naturales rachas de suerte. Los pocos que disfrutan de esta fama, se creen que la gente piensa que son magos y tienen el poder de caminar flotando por el casino. Mueven las fichitas de una manera hermosa y hacen volar las cartas suavemente, como si hubieran nacido con esa habilidad. Intuimos que en el fondo de sus sentimientos no quisieran ser así, pero, irremediablemente, el sistema los forma y es la única manera en que pueden sobrevivir y hacer carrera en este deshumanizado  medio laboral.

La peor pesadilla para un jugador que está ganando es no dar propinas. Prácticamente queda en la lista negra de los croupiers y supervisores y la consigna es atenderlo mal, que pierda su dinero y quede eliminado del juego a toda costa, porque para ellos estos ingresos extras  son sagrados. En las Vegas se estima que el 7% de lo que deja un jugador en un casino es en propina. Sobre este tema, nos quedamos pensando en la otra cara de la moneda: ¿Quién les da una propina a  los jugadores compulsivos que lo han perdido todo en el juego? La respuesta es sencilla: Nadie.

Hasta tienen su propio Thriller en la película “Croupier” (1998) dirigida por Mike Hudges. Trata de la historia de Jack, que desea ser escritor, pero por necesidad tiene que trabajar como croupier en un casino de las Vegas. Enseguida se sumerge en un mundo de azar y mentiras en el que no es fácil sobrevivir. La película representa una metáfora de la vida, donde Jack es un científico que observa la conducta humana muy de cerca.

Aunque parezca contradictorio, conocemos de casos en que algunos croupiers se han convertido en asiduos jugadores en casinos de la competencia y de alguna forma  también en adictos al juego. Por regla general, los casinos le prohíben a sus empleados realizar este tipo de práctica, sin embargo, algunos asumen el riesgo y si son atrapados in fraganti se les comunica la célebre frase que Donald Trump del Reality Show El Aprendiz: “estás despedido”.

El mundo de los juegos de azar ha evolucionado tanto, que es considerado como una profesión que recibe un tratamiento académico a nivel mundial. Existen cursos especiales a distancia para empleados de casinos y salas de juego que son dictados por centros de educación privados. La actividad es tan importante que la Escuela de Negocios de Wharton de la Universidad de Pennsylvania tiene un programa de ejecutivos de la industria del juego, con una orientación a explotar las amplias posibilidades de los juegos online, que por cierto aún son ilegales en Estados Unidos y están fuertemente cuestionados.  En Glasgow, Escocia, se encuentra la más moderna y sofisticada escuela para croupiers en ruleta y otros juegos de mesa. También en Italia está el Centro de Formación Profesional de Croupiers, donde se ofrecen cursos de hasta cinco meses.

En Panamá, algunos de los casinos más prestigiosos tienen sus propios centros de entrenamiento. Fiesta Casino, una sociedad mixta entre la estadounidense Gaming Corporation y empresarios panameños (con el 45% del mercado local y mil trabajadores en su planilla), ha creado la llamada Universidad Fiesta, para el entrenamiento de croupiers, meseros, cajeros y a los “gerentes del mañana”, que inclusive, pueden prestar sus servicios en los otros países donde la empresa tiene operaciones: Nicaragua, Costa Rica y Filipinas.

Los casinos no escatiman esfuerzos por contratar a los mejores profesionales del marketing para conocer a sus clientes. Los grandes jugadores (que apuestas 200 mil dólares la noche)  no son muchos y están individualizados. Los megaresort de Las Vegas, los exclusivos casinos de la Costa Azul y los clubes privados de Londres se los disputan todo el año, porque solamente un par de incursiones de estos jugadores pueden garantizar un buen resultado financiero todo el año. Igualmente, tratan de detectar a jugadores que apuestan sumas intermedias, pero que con asistencia más o menos regular, que proporcione los mismos ingresos que el grupo anterior. Cuando un desconocido llega a un casino apostando grandes sumas. Los gerentes tienen que marcar el prefijo 702 de las Vegas para averiguar cuánto vale ese jugador.

Una de las mejores formas de mercadeo que utilizan los hoteles es invitar al público a que se haga “rankear” en el juego y para seducirlo le ofrecen muchos atractivos, para que el jugador juegue cuatro horas diarias: le proporcionan una tarjeta plástica (similares a las tarjetas de crédito)  que presentan cada vez que juegan, y así registran los volúmenes de sus apuestas; Lo invitan a jugar; le ofrecen transporte y limosina al aeropuerto; lo alojan en una suite y le reiteran que no debe preocuparse por sus gastos. Ellos saben que en promedio, el 50% del dinero que cambie el jugador quedará en el negocio. En las Vegas, un jugador se encontró una Maserati en la puerta del hotel, luego de haber perdido 300 mil dólares la noche anterior. También le sucedió a la esposa de otro cliente que dejó 45 mil dólares en la mesa de dados y recibió de manera sorpresiva un abrigo de piel en la habitación. 

jueves, 15 de noviembre de 2012

Reflexión: Practique la humildad

He recibido con mucha alegría una reflección de Carlos M, un jugador en recuperación de nuestro hermano país de Colombia. Se la reproduzco porque se que le servirá de mucho a todos aquellos jugadores compulsivos que están tratando de buscar una luz de ese túnel oscuro que se llama ludopatía y que luchan a brazos partidos para volver a recuperar la vida digna que tuvieron antes de caer en las garras del juego.

Reflexión del día 14 de noviembre.

Primero hay que conseguir un poco de humildad, me urgía mi padrino, si no estarás aumentando el riesgo de volver allá. Después de un rato, a despecho de mi vida rebelde, tomé su consejo: traté de practicar la humildad, simplemente porque creí que era lo correcto. Espero sinceramente que llegue el día cuando mi rebeldía sea solo un recuerdo, entonces practicaré la humildad porque creeré profundamente en ella como una forma de vida.

¿Trato de vivir con humildad hoy, aunque sea por un momento? ¿Aprenderé a ansiar los sentimientos que me provoca?

Oración del día:

Sabiendo que yo- como muchos jugadores compulsivos -soy un rebelde. Que pueda reconocer que necesito practicar la humildad. Que pueda yo reconocer que la humildad no llega fácilmente a una naturaleza rebelde, sea o no del tipo desafiante, calladamente negativa o, más sutil, de las que pretenden cambiar todo a su alrededor, excepto a ellas mismas. Ruego porque la práctica de la humildad se vuelva instintiva en mí.

Hoy recordaré:

Conseguir el hábito 
de la humildad.

lunes, 12 de noviembre de 2012

¿Le interesa al Estado la ludopatía?

Los juegos de azar se han convertido en un tema de política económica en casi todos los países, por su fuerte impacto como inversión extranjera, en la creación de empleos y la generación de ingresos millonarios en derechos e impuestos para el Estado. Las ofertas son muy tentadoras para los políticos de turno y difícilmente las pueden rechazar, principalmente por los convincentes lobbies que practican los operadores de juegos de azar, aunado al poco interés del Estado de mantener una política social que proteja a los grupos más vulnerables y desprotegidos de la sociedad ante el aumento de ludopatía.

Los argumentos económicos para la apertura de salas de juego tienen un fuerte peso en las decisiones de otorgar las licencias a los operadores. Nadie duda que aporten a la economía, pero hay varias interrogantes que deben ser aclaradas. ¿Realmente estas inversiones extranjeras están orientadas al proceso productivo y contribuyen al crecimiento económico de los países? ¿Los puestos de trabajo que se generan son de calidad y bien remunerados? ¿Hacia dónde se dirigen los recursos que capta el Estado por esta actividad? ¿A financiar el gasto operativo de los gobiernos o a financiar programas de carácter social? ¿Quiénes son los que gastan su dinero en las salas de juego? ¿Los foráneos o los propios locales que afectan sus economías domésticas? ¿Las regulaciones en materia de juegos de azar son eficientes y eficaces? ¿Los juegos de azar tienen un elevado costo para la sociedad?   ¿Se destinan recursos a programas de prevención y recuperación de jugadores adictos?

                                                           
Los juegos de azar le imponen costos muy elevados a la sociedad en términos económicos, sociales y en la salud. En Panamá, a diferencia de otros países, no hay programas efectivos de prevención y rehabilitación. Los recursos económicos para el éxito de estos programas deben obtenerse de los impuestos y derechos que recauda el Estado. ¿Cuál es el destino de los millones de dólares anuales que recibe por la explotación de los juegos de azar? Si solamente se destinara un pequeño porcentaje de estos recursos para hacerle frente a la prevención y rehabilitación de jugadores patológicos, estamos seguros que se avanzaría en la batalla contra esta enfermedad.

Aprendamos de las experiencias de otros países, que como Argentina, a través del Instituto Provincial de Lotería y Casinos, patrocina ciclos de conferencias sobre juegos patológicos. Estas jornadas apuntan a concienciar a la gente sobre la ludopatía. Se dirigen a colegios y comunidades de la provincia de Misiones.

En España y Costa Rica, los videojuegos, que están gestando nuevas generaciones de jugadores compulsivos, llevan advertencias similares a las de los cigarrillos o el alcohol.  ¿Cuándo les pondrán los carteles a las maquinas tragamonedas (prefiero llamarles tragabilletes) o a las mesas de juego o a los billetes de lotería que adviertan sobre los peligros del juego compulsivo?

La participación ciudadana, el gobierno, los diputados, la iglesia, los académicos, los investigadores, los políticos, los empresarios, los grupos cívicos, los gremios médicos, los operadores de juegos de azar y los grupos de jugadores anónimos deben aunar esfuerzos en la búsqueda de una revisión integral de la Ley que regula los juegos de azar en Panamá, introduciendo normas y regulaciones que ayuden a mejorar los controles y evitar un grave problema epidemiológico de ludopatía en la población. El ciudadano tiene el derecho a jugar, pero el Estado tiene la obligación de protegerlo, previniendo e impidiendo los aspectos negativos del juego y garantizando que quien no juega no se vea obligado a hacerlo como producto de una publicidad excesiva y una oferta desproporcionada y engañosa.

En la ciudad de Panamá, los casinos más importantes se encuentran a pocos metros de universidades,  oficinas públicas, escuelas y colegios, centros comerciales, bancos y otros tipos de negocios. Por ejemplo, si visitamos uno de estos casinos durante un día laborable, preferiblemente en la hora de almuerzo o a la hora de salida del trabajo, lo más seguro es que nos encontremos con elegantes ejecutivos de saco y corbata, empleados públicos y de empresas privadas, estudiantes universitarios con los libros en las manos y lógicamente, los ciudadanos que son clientes habituales de los casinos. ¿Qué están haciendo? “Se divierten sanamente en las maquinitas y mesas de juego”.  

Un estudio de University of Maryland Medical Center,  en Estados Unidos, estableció que en las áreas que se ubican a menos de 50 millas (80 kilómetros) de los casinos, entre el 4% y 5% de los adultos se convierten en adictos al juego. En nuestro país sería la distancia entre la ciudad de Panamá y el distrito de Chame o la Provincia de Colón. Imagínese la suerte que pueden correr los 640 mil jóvenes entre los 18 y 29 años de edad, que viven en estos sectores. Si aplicamos la tasa promedio de prevalencia internacional, por lo menos 25 mil o más de ellos estarían en riesgo de convertirse en ludópatas. ¿Verdad que es preocupante? ¿Por qué la Junta de Control de Juegos se hace de la vista gorda ante esta alarmante situación? ¿Por qué no paran la desmedida proliferación de salas de juegos en el país? Estas son preguntas que lamentablemente aún no tienen respuestas.