viernes, 23 de noviembre de 2012

Legislación de Juegos de Azar: Tema de Salud Pública

Según mis estimaciones (basada en investigaciones científicas), en Panamá debe haber por lo menos entre 25 mil y 30 mil personas con problemas de juego patológico o ludopatía (adicción a los juegos de azar), considerada como un trastorno reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que lo recoge en su clasificación Internacional de Enfermedades en el año 1992.

Las consecuencias de este trastorno se observan en el área personal de individuo, cuando empieza a sentirse muy mal por todo el dinero malgastado, las deudas se van acumulando progresivamente, comienzan los problemas laborales, se van perdiendo  las amistades a las que se ha acudido para conseguir dinero y a las cuales ya no se les puede devolver, cometan hurtos, robos, falsificación de cheques u otras conductas delictivas que no hacen más que complicar su ya delicada situación y acarrean consecuencias legales que además tiene consecuencias directas también en su entorno familiar, social y laboral.

Las máquinas tragamonedas generan el 54% de la ludopatía en la población panameña, la lotería el 25% y el resto por otros juegos de azar. Lo anterior significa que hay que poner mayores controles a la apertura de salas de juegos que tienen Máquinas Tragamonedas. Pese a ello, aún persiste una desenfrenada proliferación de salas de juegos, muchas de ellas en barrios marginales del país, con una población que apenas disponen de lo necesario para sobrevivir.  

Los operadores de los juegos de azar tienden a defenderse argumentando que sus principales clientes son turistas. Qué falacia más grande. Entre el 80% y 90% de las apuestas son realizadas por los nacionales, mientras que los pocos turistas que juegan lo hacen por diversión y con poco dinero, por lo que no son un segmento atractivo para estos negocios. ¿Creen ustedes que un turista acude a visitar una sala de máquinas tragamonedas en el Chorrillo, Santa Ana, Calidonia, Tocumén, 24 de Diciembre, Juan Díaz, Arraiján, La Chorrera, Penonomé, Aguadulce, Chitré, Las Tablas, Santiago, David, entre otros. La Junta de Control de Juegos lo sabe muy bien pero es cómplice del silencio.

Para algunos Diputados, que se que le están dando vueltas a revisión integral a la legislación en materia de juegos de azar, les puedo hacer algunas recomendaciones.

En primer lugar, hay que ser más selectivo en la ubicación geográfica de las salas de juego. Por ejemplo, en otros países los permisos se le otorgan a hoteles de primera categoría y se respetan las distancias entre una sala de juego y otra, que inclusive llega a ser de varios kilómetros (aquí se encuentran uno al lado de otro). Además, en Panamá la Ley señala que no deben estar a más de 100 metros de una iglesia, escuela u hospital (hay lugares en que no se cumplen estas normas).

En materia de tasas e impuestos a esta actividad, considero que el Estado debe aplicar una política más rígida que la actual. La participación en actividades de juegos de azar se considera como un servicio suntuoso o de lujo y no como un servicio necesario para la población. Desde el punto de vista de la teoría económica, si usted le sube impuestos a un bien de lujo, solamente las personas que tienen los recursos económicos podrán seguir consumiéndolos a pesar de sus altos precios y los que no los tienen lo más probable es que no lo harán.  La llave en mano se puede incrementar a US$2,000,000 y la participación del Estado en los ingresos brutos podrían subir entre un 25% y 30%.

Parte de estos ingresos recaudados por el Estado se deben destinar al apoyo de Programas de Prevención y Rehabilitación de la Ludopatía. Estos recursos servirían para crear instalaciones de atención primaria en salud mental con la contratación de especialistas en el área (psicólogos, psiquiatras, médicos, enfermeras, trabajadores sociales etc.), así como apoyar a organizaciones no gubernamentales que desarrollen programas de prevención a través de la educación y tratamiento con grupos de autoayuda.

Además, la modificación a la normativa debe exigir a las salas de juego la implementación de planes y programas tendientes a prevenir la ludopatía, lo cual debe ir acompañado de la entrega a los usuarios y jugadores que ingresen a las salas de juego de folletos explicativos sobre el juego responsable y obligar a toda sala de juego a exhibir públicamente advertencias de los daños que puede provocar la ludopatía en la salud de las personas, al igual que como se hace con el cigarrillo y el alcohol.

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